Como sabe el asiduo lector (que alguno habrá), Una Misma ha leído todos los libros del "Alfabeto del crimen" publicados en castellano hasta la fecha. Ha comenzado comentando el último, la letra "T" y va haciendo referencia al resto de las letras en sentido inverso.
Hoy toca la "I de inocente". Como tengo que releer el libro, al menos parcialmente, para la entradilla vuelvo a leer el principio. Y me encuentro una broma un poco burda sobre la muerte de la propia protagonista. La cual afirma que, en el supuesto instante de su muerte, no vio ninguna luz al final de un túnel ni desfiló toda su vida en una fracción de segundo. Lo único que lamentaba en ese supremo instante era no haber limpiado la cómoda y que "los que hayan de decirle a una el último adiós tengan que verlo todo lleno de bragas sucias". Como corolario señala que morir no enseña nada de provecho. Hasta ahí estamos de acuerdo: la muerte propia enseña poco. O al revés: lo enseña todo. El simple pensamiento de la muerte nos enseña a aferrarnos con uñas y dientes a cada día que amanece. En eso me daría la razón la propia Kinsey.
Lo que me produce cierto escalofrío supersticioso es la propia empresa del Alfabeto del crimen. A la autora le faltan sólo cinco letras para completarlo. ¿Las completará todas? ¿Dejará, por si acaso, la Z sin terminar jamás? ¿Se demorará, como en un relato scherezadiano, con la escritura de una letra determinada? Las estructuras cerradas (como las vidas cerradas) tienen eso, convocan a la muerte para que les ponga un sórdido punto final.
(La ilustración corresponde al cuadro de Hans Holbein, "Los embajadores"; el ojo avisado descubrirá pronto que la muerte yace a sus pies).
Sue Grafton, "I de inocente". Barcelona, Tusquets, 1993.
I de inocente
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26 de enero de 2010
Publicado por HLO en 16:47
Etiquetas: Alfabeto del crimen
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2 comentarios:
Me imagino que las ha escrito ya todas y las va publicando al ritmo acostumbrado, una al año. Vázquez Montalbán planeó todo el ciclo Carvalho casi en dos días y luego lo ejecutó a la perfección.
De modo que el Asiduo Lector eras tú...Bueno, bromas aparte, gracias por compararme con Vázquez Montalbán, pero no, soy un poco más impulsiva, menos metódica.
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