No, no tengo remedio. He vuelto a empezar un mankell. La culpa no es mía: me lo han puesto encima de mi mesa y no he podido resistirme. Al principio creí que lo había leído, porque en otra novela de la serie Wallander aparecen también mercenarios sudafricanos, pero no era así. La novela comienza con la creación, en la Sudáfrica de 1918, en un cafetín de tres al cuarto, de una sociedad de afrikaners. Una sociedad de individuos de origen holandés, caracterizada por su pdio tanto a la población negra como a los ingleses, minoría dominante en la colonia. La dramatización, aunque con algún subrayado grueso, es efectiva para mostrar los orígenes y la ideología de una asociación que tuvo una influencia increíble en la sociedad sudafricana hasta la década de los setenta. La narración, en el siguiente capítulo, vuelve a Ystad, donde habita nuestro Wallander
(He encontrado en internet una imagen de la Broederbond o hermandad, con dos de los personajes que utiliza Mankell, uno con el mismo nombre de pila que el novelista -Henning. Pero he preferido utilizar como ilustración un ejemplo de la flora sudafricana; la fotografía es de Ludi Lochner, cuya especialidad es la fotografía de naturaleza).
Henning Mankell, "La leona blanca". Barcelona, Tusquets, 2009 (4ª edición).
La leona blanca
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8 de enero de 2010
Publicado por HLO en 18:23
Etiquetas: Henning Mankell
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4 comentarios:
Y la sensación de narración lenta, las largas reuniones para hacer balance de lo investigado hasta el momento, la sensación de cansancio vital del policía: todo ecos, ¿no?
No sé: acabo de empezarla. Un ritmo trepidante parece que no tiene.
Un saludo
A mí no sólo no me gustó la novela, sino que llegó a cabrearme. Espero que no te suceda lo mismo. Ya me contarás. Besos.
Pues no me animas; como tengo otras lecturas a medias quizá la posponga.
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