Thomas Hardy (1840-1928) es unos de mis descubrimientos literarios más recientes. Se lo debo, casi a partes iguales, a la editorial Alba y a mi amiga Eloísa. Aunque este libro está publicado, es verdad, en Mondadori.
Hardy es un victoriano tardío, pero un victoriano de corazón. Aunque nace mediada la centuria y, cuando muere, el mundo de entreguerras es sustancialmente distinto al que describe en sus novelas, posee una mirada decimonónica inconfundible. No obstante, hay elementos que lo distancian de la ingenuidad gaskelliana, es decir, de la mirada inocente con que los novelistas de mediados del diecinueve contemplan el mundo. Es más irónico y se permite un mayor distanciamiento con respecto a sus personajes. No es tampoco ajeno al historicismo que tiñe sus obras ambientadas en el XVIII o pinceladas arqueológicas de esta novela, en la que las ruinas de "tosco arte gótico" tienen su papel en la narración. La acción transcurre en la imprecisa frontera de un reino de Wessex, en una topografía perfectamente inexistente.
La protagonista es una joven, Elfriede. El candor de la joven queda descrita al referirle a su padre que ha llegado el invitado que esperaban y que es guapo."Como yo", apostilla.
(La ilustración es de Ramón Casas; no sé si la fémina acostada tendrá los ojos azules, pero me apetecía ponerla).
Thomas Hardy, "Unos ojos azules. Barcelona, Mondadori, 2009.
Unos ojos azules
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20 de enero de 2010
Publicado por HLO en 16:35
Etiquetas: Thomas Hardy
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1 comentarios:
Preciosa ilustración, has hecho muy bien en ponerla porque no la conocía y me gusta, es especial. Gracias.
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