Canetti

10 de abril de 2010



Una vez me sentí extraordinariamente ridícula cuando, después de haber visto a Juan Goytisolo en mi facultad, me fui a comprar un libro suyo. Y el librero me dijo: "¡Ah, sí! Goytisolo ha estado esta mañana en la Facultad ¿no?". Estuve tentada de decirle que no me había enterado. Y creo que más o menos desde entonces decidí no dejarme llevar por modas ni por suplementos ni por Cervantes resucitado que volviera a impartir un seminario. El camino de los libros debía ser, exactamente, el que yo eligiera.
Hoy, sin embargo, no me avergüenza lanzarme en busca del último Canetti, aunque presida, en horrenda foto a toda página cual es costumbre (la de sacarle los poros, las arrugas, los pelos de los bigotes uno a uno a los escritores), el suplemento literario Babelia. Ya hablaré de su libro, que va muy bien con la temática de este blog.
Poque yo también, como Canetti, estoy radicalemnte en contra de la muerte.

(En la fotografía, el escritor búlgaro con remotos ascendientes judeoespañoles, Elías Canetti, 1905-1994)

3 comentarios:

Albert Figueras dijo...

Coincido totalmente en que el viaje por la selva literaria debe hacerse por los senderos que uno va encontrando (o los caminos que uno va abriendo).

HLO dijo...

Pues sí, estimado Albert. El machete tiene que manejarlo uno en esta selva libresca; los hallazgos serán tuyos entonces. Y el disfrute -de eso se trata- por supuestoq ue también.

HLO dijo...

Pues sí, estimado Albert. El machete tiene que manejarlo uno en esta selva libresca; los hallazgos serán tuyos entonces. Y el disfrute -de eso se trata- por supuestoq ue también.