Las apariencia no engañan

9 de abril de 2010



Toni Romano trabaja como gorila de discoteca en una sala llamada "La Luna de Medianoche". Él mismo dice de su empleo: "Lo malo de este trabajo consistía en tener que pelear con los borrachos y en aguantar la estridente música moderna. Como no conozco ningún trabajo sin sus puntos flacos, me encontraba regularmente contento" (página 10).
No sabemos si entre esa música que le pitaba en los ídos estaría "Alaska y los Pegamoides" o "Alaska y Dinarama" (quizá sí). Pero desde luego la música de la sala no se decantaba por ritmos latinoamericanos: un trío de pesados se empeña en eque le pongan salsa, y hasta uno de ellos intenta tocar el acordeón allí dentro. El trabajo de Toni comienza. Esta vez con mal pie: la mujer del trío acaba propinándole un botellazo al pobre Toni. Es Consuelo, la Colombiana,una camarera que antes "hacía la calle". No es a ella a la que pronto volverá a ver nuestro protagonista, sino a uno de los varones el grupo....justo cuando le descarraja una andanada de tiros a un hombre. El tipo resulta ser un político, llamado,¡oh, maravillas de la ficción!,Valeriano Cazzo. (Ayer, justamente, Forges dibujaba a España, no como un "coto de caza" sino como un "coto de cazo"). Pero los tiempos históricos son otros. La Transición aún no ha concluido. Y la noche madrileña era -dicen- movida y variopinta. Peligrosa parece que también.


Juan Madrid, "Las apariencias no engañan". Madrid, BSA, 2008 (1982)

1 comentarios:

Pike Bishop dijo...

Juan Madrid es probablemente el autor mas menospreciado de la literatura española. La memoria es tan injusta que muchos ni siquiera saben que "Días contados" fue primero su novela ants que película.