Charles-Louis de Secondat (Montesquieu para los amigos, 1689-1755) pasa por ser el padre de la famosa divisón tripartita del poder. Aparte de esta simplificación -no ajustada a la verdad histórica-, su figura queda desdibujada en los libros de texto entre una trínidad de filósofos ilustrados franceses; o, como mucho, se le cita como autor de las "Cartas persas", una aguda sátira de la sociedad francesa de su tiempo desde la supuesta perspectiva de un visitante extranjero, un persa. Pero el libro no es, como puede suponerse, una mera diatriba contra las costumbres de su tiempo; es, por encima de todo, un artefacto literario, y así puede leerse, como una novela con un sorpresivo final. Sus contemporáneos así la leyeron. Y fue tal el éxito que pronto se sucedieron imitaciones más o menos afortunadas de otros autores que titularon sus obras como turcas, chinas, peruanas, indias o tártaras. Hasta nuestro compatriota Cadalso titulará su obra "Cartas marruecas").
El personaje femenino de Roxana puede leerse como un símbolo (un símbolo de rebeldía contra la opresión tiránica). Pero también es un personaje sobre el que podemos especular e imaginar (es desde luego la prerrogativa de los personajes literarios con una cierta entidad). La estructura de poder que es un harén nos da ocasión también para pensar.
(En la ilustración, "Odalisca", del pintor Mariano Fortuny; una receación historiscista del tema del harén, menos fantasiosa, más pictórica que las recreaciones ingresianas).
Montesquieu, "Cartas persas". Madrid, Cátedra, 1997.
Montesquieu
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16 de abril de 2010
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1 comentarios:
Es buena novela, pero al público en general le falta el contexto. Y no siempre es fácil superar esta dificulatad inicial.
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